Desde el principio de los tiempos, la mujer, como tal, se ha
visto sometida la figura del hombre, debido una sociedad machista que siempre
la ha degradado al puesto de “sexo débil” pasando, en la mayoría de las
ocasiones, a un segundo lugar en la historia.
¿Sexo débil? Quizás, en lo que a fuerza física se refiere,
pero, tal y como han demostrado durante milenios, no, en lo que respecta a
coraje, devoción, amor, constancia e inteligencia y no crean que cuando digo
estas palabras, me refiero solo a las tareas del hogar o a la familia, me
refiero a
todo en general, y sinó juzguen ustedes mismos.
Cleopatra reinó en Egipto en el año 51 AC cuando solo tenía
18 años, defendió Egipto de la expansión romana manteniendo estrechas
relaciones con dos líderes: Marco Antonio y Julio Cesar.
¿Cómo lo hubiera hecho un hombre? Presentando batalla, que
tratándose del Imperio Romano y del periodo en el que se desarrolló el suceso,
la cosa hubiese acabado en un desastre para Egipto.
¿O qué me dicen de Boudica, la reina guerrera de los ícenos
que logró organizar a las tribus británicas y vecinas contra la ocupación del
Imperio Romano entre el 60 y el 61 DC?
Y esto tiene merito porque, por aquel entonces, todas esas
tribus estaban a la gresca entre sí.
Juana de Arco que convenció al rey Carlos VII de expulsar a
los ingleses de Francia cuando solo tenía 17 años y lideró una revuelta contra
los ingleses, ganando varios enfrentamientos, algunos destacables, como la
batalla de Orleans.
Esta pobre mujer fue apresada por los ingleses y entregada a
la Iglesia, que la juzgó por herejía y la condenó a morir en la hoguera. Hay
que comprender que los que la apresaron y juzgaron, eran hombres y no podían permitir que una mujer quedara por
encima de ellos. Aquí hacemos gala de la sociedad machista de la que os
hablaba.
Catalina la Grande pasó a la historia por ser uno de los
mejores políticos del Siglo XVIII, convirtiendo a Rusia en uno de los países
dominantes de Europa.
Si hoy en día tuviésemos políticos como ella, los países no
estarían como están.
Emma Godoy que lucho porque la dignificación de la mujer
fuera integral y no solo de cintura para abajo.
O Rigoberta Menchú. Esta mujer, en mi humilde opinión,
merece una mención especial, pues no pasó a la historia, cosa que ocurrió hace
no más de 21 años, por ir a la guerra o por estar en política.
Esta mujer ha pasado a la historia por su amor al prójimo y por la dedicación que ha puesto en cada una
de sus empresas.
Ella es una líder indígena guatemalteca, miembro del grupo maya quiché, defensora de los derechos humanos; embajadora de buena voluntad de
la UNESCO y
ganadora del Premio Nobel de la Paz (1992) y el Premio Principe de Asturias de Cooperación Internacional (1998).Se ha destacado por su liderazgo al frente de las luchas sociales en el ámbito nacional e internacional. El 12 de febrero de 2007, anunció que se postularía en las elecciones presidenciales de Guatemala 2007, por la coalición de partidos WINAQ y Encuentro por Guatemala; quedó en quinto lugar con un 3,09 %. Pese a la derrota, el 7 de mayo de 2011 el partido indígena WINAQ junto a otros partidos la proclamó como candidata presidencial para las elecciones presidenciales del 11 de septiembre de 2011 en el Frente Amplio de Guatemala.
Al recibir el premio Nobel de la Paz en 1992, Rigoberta
declaró: "Soy hija de la miseria y la desigualdad social; soy un caso
ilustrativo de marginación, por ser maya y mujer; he sobrevivido al genocidio y
la crueldad". Con el dinero del Premio Nobel creó la Fundación Vicente
Menchú, su padre, para ayudar a los más necesitados, no sólo indígenas, y una
organización que se encarga de representarla en zonas de conflicto y de
participar en encuentros internacionales.
Visto esto y siendo realistas me hago la pregunta ¿Cuáles fueron
los logros históricos de los hombres? La respuesta para mí es simple y a la
historia me remito cuando digo que la mayoría han sido logros bélicos. No
todos, pero si la mayoría.
Las mujeres han sido degradadas por el sexo opuesto a lo
largo de la historia, y si no lo han sido más, es porque algunas han hecho gala
de su inteligencia y suspicacia. Pero los hombres siempre intentaron impedir
por todos los medios que destacaran en cualquier cosa que no fueran las labores
del hogar.
Me gustaría saber cuántos hombres se han puesto en su lugar
alguna vez. Es decir ¿alguno se ha puesto a hacer las labores del hogar? Y si
lo ha hecho ¿cuánto han tardado en hacer el mismo trabajo que hacen ellas
durante todo el día a lo largo de su vida?
Yo se los diré. El triple, el que menos, y el “por qué “es
muy fácil de responder. Estamos tan poco acostumbrados a los quehaceres
hogareños que no sabemos por dónde empezar, y cuando logramos organizarnos
damos tres vueltas donde ellas dan una. La mitad de los hombres no han
ensartado una aguja en su vida o le tienen fobia a la plancha, otros, como es
mi caso, tienen una eterna guerra con la lavadora, y no hablemos de cocinar,
podría presentar a algunos que no saben ni freír un huevo y si hablamos de barrer…
Señores barrenderos, por favor no se ofendan pero en casa no
se barre igual que en la calle, así que, no digan eso de “a mí me vas a decir
cómo se barre, mujer, ese es mi trabajo”.
No he dado la vuelta al mundo, pero he visto un poco, y en
lo poco que he visto he visto a mujeres realizar todo tipo de trabajos que
habitualmente realizan los hombres. He visto a mujeres ferrallistas que
montaban más estructuras que muchos hombres, y me era fácil de comparar porque
trabajaban junto a ellos. He visto a mujeres trabajando en supermercados
trabajando a ritmos exhaustivos, y no solo en la línea de caja, sinó también,
reponiendo o acarreando bultos en el almacén. Mujeres vigilantes de seguridad
que se enfrentan y resuelven situaciones en las que muchos hombres se echarían
a temblar y podría seguir así durante días.
Hacen el mismo trabajo que nosotros, o quizás más, por
un sueldo que en la mayoría de los casos es inferior al de un hombre, además
llegan a casa y siguen con las tareas del hogar ¿Y cuál es su recompensa? A cambio le damos una buena bronca,
eso sí, de calidad. Sí señor, a cambio de trabajar tanto o más que nosotros ,
de tener la casa como una patena, de tenernos la comida caliente en la mesa
cuando llegamos a casa, tener nuestra ropa limpia y planchada para cuando la
necesitemos, de cuidar y criar a nuestros hijos y pasar muchísimas malas
noches, nosotros las degradamos, humillamos, pegamos e incluso matamos. No es
que quiera meter a todo el mundo en el mismo saco, pero es que cuando no es una
cosa es otra y tampoco es todo el mundo. Solo la mayoría.
La mayoría de los hombres maltratan de alguna manera a
alguna mujer, ya sea física o psicológicamente. La mayoría de los hombres no
respetan a las mujeres, y no vayan ahora de progresistas diciendo lo contrario,
pues estoy harto de escuchar, sobre todo a los más incultos, “ya te quisiera
ver yo a una mujer en una obra”, pues yo las he visto y seguro que podrían
darles clases a la mayoría de los que dicen esa frase.
Aquellos que se quejan que no tuvieron oportunidad de llegar
a ser algo mejor, cuando en realidad si las tuvieron y las desperdiciaron, y
ahora la pagan con su mujer, deberían recordar una cosa. La persona que les dio
la vida, aquella a la que llaman “madre”, es una mujer y si no hubiera sido porque
padecieron unos dolores sobrehumanos, que desde luego ningún hombre podría
soportar, no estarían aquí. Piensen en ello.
Esta vez no voy a decir que esto que cuento es “desde mi
punto de vista”. Esto que digo, lo digo porque ya estoy harto de ver a mujeres
señaladas por los golpes de sus maridos que no se atreven a denunciarlos por
miedo o por un sentimiento confuso de falso amor, porque estoy harto de ver
como las que se atreven a denunciar tienen que irse, con sus hijos, lejos de su
hogar y de su familia por su seguridad y estoy harto de ver noticias en
televisión sobre hombres, por llamarlo de alguna manera, que matan a sus
parejas después de haberles hecho la vida imposible culpándola de su propia
debilidad, ineptitud e incompetencia para ser humano.
¿Y los gobiernos quieren conmemorarlas con un día al año en
el que se le regala una simple flor? Hipocresía nada más. Un vano intento de
quedar bien cuando saben que no hay en este mundo con que pagarles.
Si queridos lectores, hoy no hablo “desde mi punto de
vista”, hablo desde la indignación y la impotencia y sí, quizás desde la ira
que me invade cuando pienso en todo esto.
Hagan examen de conciencia.
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