viernes, 13 de septiembre de 2013

¡Comienzan las clases! ¡Qué Dios nos coja confesados!



Esta semana, ha comenzado un nuevo curso escolar. Hemos podido ver como niños de todas las edades asistían a su primer día de clase contentos y felices, pero los más felices eran los padres, sobre todo los de aquellos más hiperactivos, pues al comenzar el curso escolar, también comienza su pequeño periodo de descanso. Desde las 09:00 hasta la hora de salida, han podido hacer sus quehaceres sin tener que preocuparse de otra cosa que no se sus cosas del día a día.
 Al llegar el fin de la jornada escolar, muchos padres esperan a sus hijos en la puerta de colegio para preguntarles cómo les fue, y es ahí donde comienza la nueva pesadilla, la lista de los materiales. Las caras cambian, tornándose en absoluta seriedad. Los más afortunados tendrán una lista de un solo folio, pero, pobre de aquel al que la  fortuna no le sonría.
Por la tarde toca ir de compras, comienza “la odisea”, primero prueban en el bazar de los chinos para intentar ahorrar unos euros. Decenas de padres y madres atropellándose unos a otros en descomunal aglomeración. Las conversaciones no difieren mucho, que si una caja de lápices de cera a 2.50€ o un cuaderno a 1.80€, “esto es un abuso”. De vez en cuando se escucha la expresión “ahora comprendo a mis padres en mis tiempos de estudiante”  y siguen con su lista. Ahora toca el compás, pero no les termina de convencer, con la calculadora científica, algún padre le reprocha a su esposa que esa marca no la conoce que mejor la compra en otro lado y a lo que la esposa le responde, pero si solo es para hacer cuentas.
Al no encontrar todo lo que hay en la lista, la siguiente parada es el hipermercado. Ahí la aglomeración es aún mayor y el estrés también. Cogen los carritos de la compra y comienzan a dar vueltas, como pueden, ¿Qué toca ahora? Ah sí los folios da 80gr. Cogen el paquete de 500, que es el más económico, el famoso compás, otra vez, con el mayor numero de accesorios, y otra discusión,”que la lista dice compas, no los herramientas de un delineante. Coge otro más barato” y así todo el tiempo hasta que, al repasar la lista, comprueban que esta todo. Todo no acaba aquí, ahora viene lo mejor, la mochila. Todos queremos coger la más económica, pero, eso ya no depende de nosotros. Es el niño el que pone las condiciones en lo que a la mochila se refiere, pues siempre se van a las más caras y es ahí donde toca utilizar ese proyecto de psicología que usamos todos. Les decimos: “No cariño esta es mejor, caben más cosas y mira, tiene más bolsillos que la que tú elegiste” cuando por dentro nos decimos “elige esta que es más barata”. El niño que, como tal, se obstina en la que le gusta y sin ningún reparo dice en voz alta: “pero esa no es de marca” y digo marca como puedo decir su artista favorito o la serie de televisión que más le gusta, en definitiva, que llegado el momento y ya sin argumentos, terminamos por rendirnos y le compramos la que él ha elegido. Adiós a todo los que se habían ahorrado hasta ahora.
Esto no acaba aquí. Le toca el turno a los libros. En toda España, hay solo dos comunidades autónomas que utilizan en depósito de reciclaje de libros de texto y yo por suerte soy de una de ellas, Andalucía, por lo que no tengo que comprarlos, pero, pobre de aquel que no tenga mi suerte, porque entonces su “odisea” continua. Seguramente, habrá recibido otra lista más enumerando los libros de texto necesarios para este curso. Con ella comenzamos a recorrer todas las librerías e hipermercados de la ciudad y, desde la primera librería, empiezan a caer las gotas de sudor cuando preguntamos el precio del primer libro, el de lengua castellana, 35€ del ala, y todavía queda el de matemáticas, inglés, música, etc…
Al ver la fortuna por la que van a salir los libros, uno se acuerda de la dichosa mochila, cuya deferencia de precio habría permitido pagar, por lo menos, uno de los libros. Terminamos la lista y hemos tenido la suerte de que hemos podido comprar todos los libros en el mismo sitio, pero resulta que no los tienen, ya que es por encargo. Esto, para algunos, hace soltar un suspiro de alivio, pues no van a tener que abonar los libros en su totalidad en ese momento. Darán la señal que les pida el dependiente, no menos de 50€, y el resto del coste de los libros, lo dejaran a cuenta hasta su recogida.
En total, un gasto alrededor de los 350€. Todo esto sin contar que, en algunos centros docentes, usen uniformes, porque esta es otra. El polo de verano 35€, el de invierno 40€ y son dos de cada, el pantalón, el chándal, los zapatos…
Todo esto con el escudo bordado del respectivo colegio, que lo cobran aparte. Y después de todo esto, cuando ya los tenemos todo, hacemos cuentas y observamos que, el que tiene un solo hijo, se ha gastado lo mismo que en el viaje que ha hecho por vacaciones, pero aún así no nos importa, porque ¿Qué no haría uno por sus hijos?
Hasta aquí el comienzo del este curso escolar, mirado “desde mi punto de vista”
¡Que Dios nos coja confesados!

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