Esta semana, ha comenzado un nuevo curso escolar. Hemos
podido ver como niños de todas las edades asistían a su primer día de clase
contentos y felices, pero los más felices eran los padres, sobre todo los de
aquellos más hiperactivos, pues al comenzar el curso escolar, también comienza
su pequeño periodo de descanso. Desde las 09:00 hasta la hora de salida, han podido
hacer sus quehaceres sin tener que preocuparse de otra cosa que no se sus cosas
del día a día.
Al llegar el fin de
la jornada escolar, muchos padres esperan a sus hijos en la puerta de colegio para
preguntarles cómo les fue, y es ahí donde comienza la nueva pesadilla, la lista
de los materiales. Las caras cambian, tornándose en absoluta seriedad. Los más
afortunados tendrán una lista de un solo folio, pero, pobre de aquel al que
la fortuna no le sonría.
Por la tarde toca ir de compras, comienza “la odisea”,
primero prueban en el bazar de los chinos para intentar ahorrar unos euros.
Decenas de padres y madres atropellándose unos a otros en descomunal
aglomeración. Las conversaciones no difieren mucho, que si una caja de lápices
de cera a 2.50€ o un cuaderno a 1.80€, “esto es un abuso”. De vez en cuando se
escucha la expresión “ahora comprendo a mis padres en mis tiempos de
estudiante” y siguen con su lista. Ahora
toca el compás, pero no les termina de convencer, con la calculadora
científica, algún padre le reprocha a su esposa que esa marca no la conoce que
mejor la compra en otro lado y a lo que la esposa le responde, pero si solo es
para hacer cuentas.
Al no encontrar todo lo que hay en la lista, la siguiente
parada es el hipermercado. Ahí la aglomeración es aún mayor y el estrés
también. Cogen los carritos de la compra y comienzan a dar vueltas, como
pueden, ¿Qué toca ahora? Ah sí los folios da 80gr. Cogen el paquete de 500, que
es el más económico, el famoso compás, otra vez, con el mayor numero de
accesorios, y otra discusión,”que la lista dice compas, no los herramientas de
un delineante. Coge otro más barato” y así todo el tiempo hasta que, al repasar
la lista, comprueban que esta todo. Todo no acaba aquí, ahora viene lo mejor,
la mochila. Todos queremos coger la más económica, pero, eso ya no depende de
nosotros. Es el niño el que pone las condiciones en lo que a la mochila se
refiere, pues siempre se van a las más caras y es ahí donde toca utilizar ese
proyecto de psicología que usamos todos. Les decimos: “No cariño esta es mejor,
caben más cosas y mira, tiene más bolsillos que la que tú elegiste” cuando por
dentro nos decimos “elige esta que es más barata”. El niño que, como tal, se
obstina en la que le gusta y sin ningún reparo dice en voz alta: “pero esa no
es de marca” y digo marca como puedo decir su artista favorito o la serie de
televisión que más le gusta, en definitiva, que llegado el momento y ya sin
argumentos, terminamos por rendirnos y le compramos la que él ha elegido. Adiós
a todo los que se habían ahorrado hasta ahora.
Esto no acaba aquí. Le toca el turno a los libros. En toda
España, hay solo dos comunidades autónomas que utilizan en depósito de
reciclaje de libros de texto y yo por suerte soy de una de ellas, Andalucía,
por lo que no tengo que comprarlos, pero, pobre de aquel que no tenga mi
suerte, porque entonces su “odisea” continua. Seguramente, habrá recibido otra lista
más enumerando los libros de texto necesarios para este curso. Con ella
comenzamos a recorrer todas las librerías e hipermercados de la ciudad y, desde
la primera librería, empiezan a caer las gotas de sudor cuando preguntamos el
precio del primer libro, el de lengua castellana, 35€ del ala, y todavía queda
el de matemáticas, inglés, música, etc…
Al ver la fortuna por la que van a salir los libros, uno se
acuerda de la dichosa mochila, cuya deferencia de precio habría permitido
pagar, por lo menos, uno de los libros. Terminamos la lista y hemos tenido la
suerte de que hemos podido comprar todos los libros en el mismo sitio, pero
resulta que no los tienen, ya que es por encargo. Esto, para algunos, hace
soltar un suspiro de alivio, pues no van a tener que abonar los libros en su
totalidad en ese momento. Darán la señal que les pida el dependiente, no menos
de 50€, y el resto del coste de los libros, lo dejaran a cuenta hasta su
recogida.
En total, un gasto alrededor de los 350€. Todo esto sin
contar que, en algunos centros docentes, usen uniformes, porque esta es otra.
El polo de verano 35€, el de invierno 40€ y son dos de cada, el pantalón, el
chándal, los zapatos…
Todo esto con el escudo bordado del respectivo colegio, que
lo cobran aparte. Y después de todo esto, cuando ya los tenemos todo, hacemos
cuentas y observamos que, el que tiene un solo hijo, se ha gastado lo mismo que
en el viaje que ha hecho por vacaciones, pero aún así no nos importa, porque
¿Qué no haría uno por sus hijos?
Hasta aquí el comienzo del este curso escolar, mirado “desde
mi punto de vista”
¡Que Dios nos coja confesados!
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